Friday, June 23, 2006

El almuerzo (El mundo de las excavaciones)

Domingo 2 de Octubre de 2005, 1:10pm, Me encontraba en un barrio aledaño a la cuidad de Medellín, desconocido para mi. Habían transcurrido más de trece horas de ese día y mi cuerpo aun no había recibido alimento alguno. Llevado por el hambre y la gastritis alborotada, encamino mis pasos hacia un restaurante el cual una amiga me había recomendado (en este momento me cuestiono, si ella me considera también su amigo, con ese tipo de recomendaciones...); luego de que yo le preguntase donde podríamos almorzar, y seguidamente con estas palabras ella me respondió: “aquel de la esquina la comida es muy rica y barata, y el lugar es muy bueno”. Y yo dentro de mí me dije ese es el lugar y claro recordando las palabras “…muy rica y barata”. Ho! pobre de mi estaba firmando y colocándole mi propio sello personal a un casi homicidio por envenenamiento visual y psicológico.
Estando en el umbral del restaurante vi rápidamente caras paupérrimas y otros rostros de todas las índoles, dije a mi interior, estos tipos deben estar en la misma condición mía dado el aspecto que mostraban, hambrientos. Esos eran algunos de los elementos conceptuales de las mesas que allí habían ocupadas.
El lugar estaba lleno, pero el hambre que me acompañaba agudizaba mis sentidos y logre vislumbrar en un momento de iluminación –no se si divina o infernal-, una mesa libre, reciente desocupada ubicada en un rincón, me acerque rápidamente; ya que temía de que alguien más la ocupase primero, y como cual gallinazo tras su presa me abalance hacia ella. Estando cerca observe que aun se encontraban sobre la mesa los restos de un almuerzo, restos de los cuales uno podía deducir cual era el menú del día, naturalezas muertas, frijoles atrevidos y algunos otros con algo de estupidez, comida salida de las caricaturas expuesta a toda clase de vejaciones; además de arroz, cilantro, trozos de repollo, grasa chorreada por algunas partes de la mesa, la cual daba un brillo especial a la atmósfera, las sobras estaban dispuesta de tal manera que llegue a pensar que eso no era un mesa sino el comedero del perrito callejero del barrio, y que de pronto el hambre que llevaba conmigo me hizo ver espejismos, pero no era si, efectivamente esa era un mesa para tender el publico humano. En cuanto me ubique al frente de la mesa apareció un mesero con un trapo en la mano, me acomodo muy amablemente la silla para que tomara asiento y luego él procedió a cambiar la atmósfera presentada inicialmente; la mesa paso de ser el comedero del perrito a ser el lugar de alimentación del cerdo que posiblemente matarían en diciembre; que espectáculo me ha tocado vivir una vez más en mi vida, el muchacho toma el trapo y lo impregno con la grasa y comida que había en la mesa y lo paseo por esta, ósea, refregó la comida y grasa por toda la mesa y posteriormente lanzo esto al piso, mis ojos no podían creer lo visto, traté de no parpadea para poder tener presente cada detalle. Aun yo no salía de mi asombro y quise verificar si era que estaba pasando por un sueño, entonces puse a trabajar uno de mis sentidos, el olfato, me incline un poco y mi nariz pudo percibir aquel olor convertido en horror -bueno nada que ver con el baño de EEPPM-; Como podrá imaginarse el edor de la mesa no era el más agradable, por poco casi caigo en la mesa de lo aturdido que encontraba luego de inhalar el sancocho de aromas populares de la cocina chibchombiana destilados en aquella tabla. Pero bueno, el hambre le decía a mi conciencia quédate en la mesa ya paso lo peor, ahora Yimy disponte hacer el pedido y come. Si el muchacho tomo mi pedido y rápidamente ya me encontraba disfrutando de un buen almuerzo. Todo trascurría de manera normal hasta que en la mesa frente a la mía, se sentaron dos sujetos. Todos dos se veían a primera vista normales al igual que usted o yo. Pero que engañado estaba, lo que mis ojos presenciaron en un momento en el que tenia extraviada la mirada, no se que decir de ese encuentro con un monstruo que parece extraído de las peores pesadillas alcohólicas de un psicópata drogado. Uno de los individuos de la mesa del frente, me imagino que era ingeniero civil o de petroleo ó como mínimo era arqueólogo especializado en excavar en las profundidades, ya que se encontraba en un proceso de extracción de un mineral del cuerpo humano. Aquel tipo introducía de manera muy minuciosa su dedo índice dentro del orificio derecho de la nariz y sacaba unos terrones oscuros y melcochudos los cuales rotaba de manera pausado entre los dedos corazón índice y pulgar, para luego enviarlo a alguna parte del piso de aquel lugar. Mi cuerpo empezó a experimentar cambios biológicos, los labios se me pagaban, mi boca empezó a sentir un sabor a cobre vinagre, podía sentir el sabor amargo de la bilis que deseaba salir para encontrarse con el mundo exterior, estaba yo como aquellas aves que regurgitan el alimento que comen para poder alimentar a sus crías. Fue espanto, y no me encontraba viendo una película de Martes 13, o el Exorcista, además que recibí varias embestidas lacerantes, una tras de la otra, de una fuerte magnitud, el tipo repitió en tres ocasiones las búsquedas dentro de su nariz. Pobre hombre, lo llegue a considerar, tenia la nariz toda atacada de aquellos mocos endurecidos por el clima corporal.
Bueno, pero esto no es todo aun falta mas, pero se los contaré en un aproxima crónica ya que al recordar estos sucesos me dieron ganas de ir al baño nuevamente…

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